domingo, 6 de agosto de 2017

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LOS ANIMALES Y EL FRÍO

Los pingüinos, que viven durante todo el año en la Antártida. 
Cuando llega la temporada más fría y el clima empeora (precipitaciones, grandes rachas de viento…) se unen en grandes grupos para mantener el calor unos junto a otros. Por turnos van rotando su posición y los que están en la parte exterior, más expuestos al frío pasan a ocupar la posición central, más protegidos. También los adultos protegen a las crías con sus propios cuerpos. Observar estos grandes grupos de pingüinos puede ser espectacular, puesto que pueden concentrarse cientos y cientos de ejemplares.

Los anfibios y los reptiles son bien conocidos por su capacidad para hibernar. Las ranas, tortugas, serpientes y lagartijas se entierran para librarse de los rigores del frío. Con frecuencia, se enroscan juntos, lo cual les permite mantener una temperatura superior en un grado o dos a la del ambiente. Parece ser, además, que algunos de estos animales son capaces de expulsar agua; así baja el punto de congelación de sus fluidos, al estar más concentrados, y logran  soportar  temperaturas  bajo  0°C.
Los murciélagos. Durante la hibernación, se protegen con sus alas, que hacen de aislantes térmicos. ¿No se despiertan nunca? Sí, algunos lo hacen cada diez días, para orinar y defecar, o para cambiarse de lugar de hibernada. Otros pueden permanecer así durante noventa días seguidos. Algunos hibernan solos, otros en grupos pequeños, y están los que se juntan de a miles, llegándose a documentar casos de millones de murciélagos dentro de alguna cueva, a unos tres mil por metro cuadrado.

Son animales odiados y temidos por el ser humano, considerados ratas voladoras, es que es cierto que pueden transmitir algunas enfermedades como la rabia, pero son muy beneficiosos para el ecosistema.




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