LOS ANIMALES Y EL FRÍO
Los pingüinos, que viven
durante todo el año en la Antártida.
Cuando llega la temporada más fría y el
clima empeora (precipitaciones, grandes rachas de viento…) se unen en grandes
grupos para mantener el calor unos junto a otros. Por turnos van rotando su
posición y los que están en la parte exterior, más expuestos al frío pasan a
ocupar la posición central, más protegidos. También los adultos protegen a las
crías con sus propios cuerpos. Observar estos grandes grupos de pingüinos puede
ser espectacular, puesto que pueden concentrarse cientos y cientos de
ejemplares.
Los anfibios y los reptiles son
bien conocidos por su capacidad para hibernar. Las ranas, tortugas, serpientes
y lagartijas se entierran para librarse de los rigores del frío. Con
frecuencia, se enroscan juntos, lo cual les permite mantener una temperatura
superior en un grado o dos a la del ambiente. Parece ser, además, que algunos
de estos animales son capaces de expulsar agua; así baja el punto de
congelación de sus fluidos, al estar más concentrados, y logran
soportar temperaturas bajo 0°C.
Los murciélagos. Durante la hibernación, se protegen con sus
alas, que hacen de aislantes térmicos. ¿No se despiertan nunca? Sí, algunos lo
hacen cada diez días, para orinar y defecar, o para cambiarse de lugar de
hibernada. Otros pueden permanecer así durante noventa días seguidos. Algunos
hibernan solos, otros en grupos pequeños, y están los que se juntan de a miles,
llegándose a documentar casos de millones de murciélagos dentro de alguna
cueva, a unos tres mil por metro cuadrado.
Son animales odiados y
temidos por el ser humano, considerados ratas voladoras, es que es cierto que
pueden transmitir algunas enfermedades como la rabia, pero son muy beneficiosos
para el ecosistema.
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